Judios prominentes en Venezuela.
A finales de los años veinte y mediados de los treinta, la crisis económica que se vive en el mundo, es de profunda miseria en el Medio Oriente. Comienzan a llegar judíos provenientes de Palestina, Siria, Líbano y también de Turquía, Grecia y Bulgaria. Se les engloba bajo el mote de “turcos”, ya que provenían de los antiguos dominios del Imperio Otomano y muchos traían pasaportes de esa nacionalidad.
Se produce de nuevo un desencuentro cultural con la comunidad ya establecida, en su mayoría próspera, de judíos de origen marroquí. Los unía la fe religiosa pero los separaban el idioma y las costumbres.
Estos últimos van a ser los mayoristas que proveen de mercancías a los “turcos” para que realicen su trabajo de coteros, es decir, vendedores que iban con su maleta de puerta en puerta y de pueblo en pueblo y vendían por cuotas.
En esos mismos años llegaron algunas familias ashkenazíes, es decir judíos originarios de Europa que en su mayoría se expresaban en idish, una lengua derivada del alemán, y algunos en este idioma. Las relaciones intercomunitarias eran difíciles, por razones idiomáticas, culturales y hasta por el acento y entonación de sus oraciones.
Entre 1933 fecha de la llegada de Hitler al poder y 1938, logran arribar al país algunos judíos que pudieron escapar de lo que ya se vislumbraba como el propósito del régimen nazi de exterminarlos. En febrero de 1939, el gobierno del general Eleazar López Contreras, en un gesto que lo enalteció, permitió el ingreso al país de un grupo de judíos que había salido de Alemania en los barcos Caribia y Koeningstein y que fueron rechazados en distintos puertos de América, incluido Curazao. Iban a ser devueltos a la muerte segura cuando Venezuela les abrió sus puertas.
Los esposos Rottenberg, Juan Plaut, la familia Kern, las profesoras María Tengler y su hermana Federica Ritter, la entonces muy niña Susy Kobler, que es hoy nuestra reconocida artista plástica Susy Iglicki, el profesor de canto Alfredo Hollander, serían algunos de los pasajeros de esos buques. Pronto se integraron a la vida venezolana con espíritu emprendedor.
Gracias a Miguel Rottenberg, los caraqueños conocimos las delicias y el refinamiento de la pastelería europea cuando fundó la Pastelería Vienesa, al principio en un pequeño local en El Conde. Los Kern, introdujeron la comida rápida gourmet desde su inolvidable Fuente de Soda del Centro Médico de San Bernardino. Su hijo Heinz sería un notable químico, promotor de importantes empresas. Las profesoras Tengler y Ritter fueron memorables para varias generaciones, como profesoras de latín, griego, alemán, inglés y francés. Profesionales, técnicos, artistas, maestros, gente con una vasta cultura y con formación para el trabajo emprendedor que pronto encontraría en Venezuela, donde tantas cosas estaban por hacerse, el campo propicio para desarrollar sus talentos.
No fueron muchos los judíos europeos que tuvieron la suerte de los pasajeros del Caribia y del Koeningstein. Una circular girada por la Cancillería venezolana a todos sus consulados en el Exterior, prohibía expresamente otorgar visas a judíos. Al concluir la Guerra en 1945, llegó un número importante de sobrevivientes originarios de Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Grecia, Austria y Alemania.
Muchos cambiaron sus apellidos para poder ingresar al país ya que se mantenía vigente la antes mencionada circular.
En 1946, la comunidad ashkenazí funda el Colegio Moral y Luces Herzl Bialik. Al pasar algunos años, los sefardíes comparten la tarea educativa y se transforma en el colegio de toda la comunidad y en el factor determinante de la unidad entre los judíos venezolanos, sin distingo de origen.
A partir de 1948, con la creación del Estado de Israel, se produce una emigración masiva de judíos desde países musulmanes en donde la presencia de estas comunidades había sido milenaria. Muchos de ellos llegan a Venezuela desde Egipto, Siria y Líbano. Y al proclamarse la independencia de Marruecos, en 1956, se produce una importante inmigración de judíos desde Tetuán, Tánger, Melilla, Ceuta y otras ciudades del Norte de África donde el español era el idioma predominante.
Se encontraron con instituciones ya consolidadas, con sinagogas y con un colegio comunitario. De inmediato se incorporaron a la vida venezolana y a las actividades comerciales e industriales.
La comunidad judía de hoy está constituida por judíos venezolanos hasta de cuarta generación y por otros cuyos padres, o ellos mismos, nacieron en otras tierras.
JUDÍOS DE TODOS LOS TIEMPOS EN EL DESARROLLO DE VENEZUELA.
Los integrantes de las distintas inmigraciones judías en Venezuela, se dedicaron en su gran mayoría, al comercio. Pronto, muchos incursionaron en actividades industriales y financieras. El primer banco del país, llamado Banco de Venezuela y creado por decreto del Presidente José Antonio Páez y fundado por Isaac José Pardo Abendana, judío sefardí proveniente de Altona, ciudad alemana cercana a Hamburgo.
Llegó a Venezuela, con solo 17 años de edad, en 1841.
Además de banquero, fue un prominente jurista con participación protagónica en la redacción del Código de Comercio. Administró y dirigió el primer telégrafo de Venezuela. Fue cofundador del primer periódico de La Guaira y del Teatro Caracas. Tradujo del alemán la biografía de George Washington escrita por su hermano Michael, quien había emigrado a Venezuela pocos años antes que él.
Fue casi una norma que los inmigrantes judíos, casi todos dedicados al comercio y muchos de ellos con escasa instrucción, aspiraran para sus hijos nacidos en Venezuela, el camino de las profesiones universitarias. El primer judío egresado de la Universidad Central de Venezuela, fue Isaac Senior, graduado de Bachiller en Artes y Filosofía en 1844.
Le sucedieron, a lo largo de varias generaciones, otros que eligieron con preferencia, la carrera de medicina. Luego la ingeniería, la farmacia, la odontología y la arquitectura. Pero también la abogacía, las ciencias, la economía y las carreras humanísticas. En todas y cada una de esas disciplinas, ha sido notable el aporte de profesionales judíos en diversas áreas del desarrollo y de la modernización del país. Mencionaré solo algunos nombres asumiendo el riesgo de ser injusta con aquellos que omito.
Los Médicos:
David Lobo nacido en 1864, en Puerto Cabello, fue un eminente obstetra y fisiólogo; miembro fundador y Presidente de la Academia Nacional de Medicina; Rector de la Universidad Central de Venezuela; Presidente del Senado de la República y Embajador en Washington.
Aarón Benchetrit natural de Tetuán, revalidó en la UCV -en 1916- su título de médico colonial obtenido en París. Especialista en el estudio y tratamiento de la lepra, inventó una pócima que, en medio de gran polémica, fue la única cura aplicada con éxito contra la epidemia de gripe española que hizo estragos en el país en 1918.
Se produce de nuevo un desencuentro cultural con la comunidad ya establecida, en su mayoría próspera, de judíos de origen marroquí. Los unía la fe religiosa pero los separaban el idioma y las costumbres.
Estos últimos van a ser los mayoristas que proveen de mercancías a los “turcos” para que realicen su trabajo de coteros, es decir, vendedores que iban con su maleta de puerta en puerta y de pueblo en pueblo y vendían por cuotas.
En esos mismos años llegaron algunas familias ashkenazíes, es decir judíos originarios de Europa que en su mayoría se expresaban en idish, una lengua derivada del alemán, y algunos en este idioma. Las relaciones intercomunitarias eran difíciles, por razones idiomáticas, culturales y hasta por el acento y entonación de sus oraciones.
Entre 1933 fecha de la llegada de Hitler al poder y 1938, logran arribar al país algunos judíos que pudieron escapar de lo que ya se vislumbraba como el propósito del régimen nazi de exterminarlos. En febrero de 1939, el gobierno del general Eleazar López Contreras, en un gesto que lo enalteció, permitió el ingreso al país de un grupo de judíos que había salido de Alemania en los barcos Caribia y Koeningstein y que fueron rechazados en distintos puertos de América, incluido Curazao. Iban a ser devueltos a la muerte segura cuando Venezuela les abrió sus puertas.
Los esposos Rottenberg, Juan Plaut, la familia Kern, las profesoras María Tengler y su hermana Federica Ritter, la entonces muy niña Susy Kobler, que es hoy nuestra reconocida artista plástica Susy Iglicki, el profesor de canto Alfredo Hollander, serían algunos de los pasajeros de esos buques. Pronto se integraron a la vida venezolana con espíritu emprendedor.
Gracias a Miguel Rottenberg, los caraqueños conocimos las delicias y el refinamiento de la pastelería europea cuando fundó la Pastelería Vienesa, al principio en un pequeño local en El Conde. Los Kern, introdujeron la comida rápida gourmet desde su inolvidable Fuente de Soda del Centro Médico de San Bernardino. Su hijo Heinz sería un notable químico, promotor de importantes empresas. Las profesoras Tengler y Ritter fueron memorables para varias generaciones, como profesoras de latín, griego, alemán, inglés y francés. Profesionales, técnicos, artistas, maestros, gente con una vasta cultura y con formación para el trabajo emprendedor que pronto encontraría en Venezuela, donde tantas cosas estaban por hacerse, el campo propicio para desarrollar sus talentos.
No fueron muchos los judíos europeos que tuvieron la suerte de los pasajeros del Caribia y del Koeningstein. Una circular girada por la Cancillería venezolana a todos sus consulados en el Exterior, prohibía expresamente otorgar visas a judíos. Al concluir la Guerra en 1945, llegó un número importante de sobrevivientes originarios de Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Grecia, Austria y Alemania.
Muchos cambiaron sus apellidos para poder ingresar al país ya que se mantenía vigente la antes mencionada circular.
En 1946, la comunidad ashkenazí funda el Colegio Moral y Luces Herzl Bialik. Al pasar algunos años, los sefardíes comparten la tarea educativa y se transforma en el colegio de toda la comunidad y en el factor determinante de la unidad entre los judíos venezolanos, sin distingo de origen.
A partir de 1948, con la creación del Estado de Israel, se produce una emigración masiva de judíos desde países musulmanes en donde la presencia de estas comunidades había sido milenaria. Muchos de ellos llegan a Venezuela desde Egipto, Siria y Líbano. Y al proclamarse la independencia de Marruecos, en 1956, se produce una importante inmigración de judíos desde Tetuán, Tánger, Melilla, Ceuta y otras ciudades del Norte de África donde el español era el idioma predominante.
Se encontraron con instituciones ya consolidadas, con sinagogas y con un colegio comunitario. De inmediato se incorporaron a la vida venezolana y a las actividades comerciales e industriales.
La comunidad judía de hoy está constituida por judíos venezolanos hasta de cuarta generación y por otros cuyos padres, o ellos mismos, nacieron en otras tierras.
JUDÍOS DE TODOS LOS TIEMPOS EN EL DESARROLLO DE VENEZUELA.
Los integrantes de las distintas inmigraciones judías en Venezuela, se dedicaron en su gran mayoría, al comercio. Pronto, muchos incursionaron en actividades industriales y financieras. El primer banco del país, llamado Banco de Venezuela y creado por decreto del Presidente José Antonio Páez y fundado por Isaac José Pardo Abendana, judío sefardí proveniente de Altona, ciudad alemana cercana a Hamburgo.
Llegó a Venezuela, con solo 17 años de edad, en 1841.
Además de banquero, fue un prominente jurista con participación protagónica en la redacción del Código de Comercio. Administró y dirigió el primer telégrafo de Venezuela. Fue cofundador del primer periódico de La Guaira y del Teatro Caracas. Tradujo del alemán la biografía de George Washington escrita por su hermano Michael, quien había emigrado a Venezuela pocos años antes que él.
Fue casi una norma que los inmigrantes judíos, casi todos dedicados al comercio y muchos de ellos con escasa instrucción, aspiraran para sus hijos nacidos en Venezuela, el camino de las profesiones universitarias. El primer judío egresado de la Universidad Central de Venezuela, fue Isaac Senior, graduado de Bachiller en Artes y Filosofía en 1844.
Le sucedieron, a lo largo de varias generaciones, otros que eligieron con preferencia, la carrera de medicina. Luego la ingeniería, la farmacia, la odontología y la arquitectura. Pero también la abogacía, las ciencias, la economía y las carreras humanísticas. En todas y cada una de esas disciplinas, ha sido notable el aporte de profesionales judíos en diversas áreas del desarrollo y de la modernización del país. Mencionaré solo algunos nombres asumiendo el riesgo de ser injusta con aquellos que omito.
Los Médicos:
David Lobo nacido en 1864, en Puerto Cabello, fue un eminente obstetra y fisiólogo; miembro fundador y Presidente de la Academia Nacional de Medicina; Rector de la Universidad Central de Venezuela; Presidente del Senado de la República y Embajador en Washington.
Aarón Benchetrit natural de Tetuán, revalidó en la UCV -en 1916- su título de médico colonial obtenido en París. Especialista en el estudio y tratamiento de la lepra, inventó una pócima que, en medio de gran polémica, fue la única cura aplicada con éxito contra la epidemia de gripe española que hizo estragos en el país en 1918.
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